LA “FIGURA”: un dispositivo trans-disciplinar
Autora: Eugenia Aptecar
Investigar el devenir de las configuraciones corporales y sus contextos de producción a través la metodología del análisis situacional grupal, específicamente a través del dispositivo de “LA FIGURA”, instala la observación en términos de relaciones. El propio cuerpo situado en relación con otros es el insumo principal de esta práctica, La composición de las corporeidades situadas se conforman cual coreografías improvisadas que permiten su exploración independizada de un discurso anecdótico previo. Ese estado de atención situada configurado entre los participantes promueve una visibilidad háptica de las relaciones vinculares y registros experienciales que habilitan la construcción de sentido.
Me sorprendí al encontrar una similitud llamativa entre mi práctica y el trabajo performático de Simone Forti en su obra Hangers. María Eugenia Euribo la cita en su tesis doctoral como “instalación coreográfica”. En este sentido es similar a la morfología que adquiere LA FIGURA. Sin embargo, la escultura humana que se conforma en la práctica de LA FIGURA se mantiene estática y la organización espacial que se crea deviene de la relación entre los cuerpos, las presencias y las miradas de sus integrantes, que son posicionados en una escena diseñada por uno de los participantes.
El desarrollo de esta práctica habilita la lectura de los modos en que las condiciones del entorno operan sobre sus modificaciones corporales, al mismo tiempo que cada presencia aporta y modifica al entorno.
Disponer de la visualidad no es la única operación de esta lectura. Muchas veces tanto los integrantes de la Figura como los propios coordinadores logran percibir el sutil movimiento o estremecimiento de los cuerpos, aunque a -simple vista- este fenómeno no sea visible. Vuelvo a citar a Hubert Godard cuando en El gesto y su percepción menciona: “Al ser totalmente indisociable lo visible y lo quinestésico, la producción de sentido en un suceso visual no podría dejar intacto el estado del cuerpo del observador: lo que veo produce lo que siento y recíprocamente mi estado corporal trabaja en mi interior la interpretación de lo que veo”. Yo agregaría, de lo que percibo.
Diversos autores aseveran que la danza conceptual propone desarrollar un lenguaje que ponga a la performance en relación con la experiencia del espectador. Describen cómo sus propuestas lo convocan a registrar la dimensión relacional del espacio y la dimensión social del movimiento. La contundente simpleza de la propuesta en Hangers refleja la configuración de un espacio humano de contactos cercanos y lejanos al mismo tiempo, pero articulados a través del movimiento, en el que es condición la percepción del fluir y de la presencia del otro, provocando en el espectador una situacionalidad receptiva a través de su propia observación en movimiento. Es evidente que no todos los integrantes de la performance miran o ven lo mismo. Cada cual tiene su campo visual y sus recortes, sin embargo, esa evidencia no fragmenta la organización de ellos como un todo. Refiriéndose al campo de las prácticas del Contact, Laurence Louppe describe que “…Un lenguaje se elabora en la red relacional que se entrelaza anuda y desanuda la textualidad imperceptible que circula. …Mediante modos de práctica más que de representación nos permiten descubrimientos sensibles”
Simone Forti, en su diálogo con Daniel Lepkoff menciona que “Un hecho básico que determina la naturaleza de todo mi trabajo en estudio es que nuestro trabajo funcional cotidiano está siempre en el contexto de un diálogo físico con el entorno”.
Profundizando sobre la obra de Forti, puedo decir que lo que percibí como similitud de nuestras prácticas está dado por la contundente certeza de que la presencia no está determinada simplemente por la visualidad, propia o ajena, sino por un modo sutil y complejo de contacto y de registro de la relación con los otros; por el hecho de que no queda supeditada a una espacialidad en términos positivistas de adentro –afuera.
Asimismo, su investigación sobre acciones y modos de estar cotidianos, simples y reiterados claramente inviste a sus intérpretes y al público de un estado de humanidad común al de los integrantes de una exploración grupal que privilegia el registro corporal de los participantes en un encuadre terapéutico; lo que en ambos casos posibilita la producción de nuevas narrativas subjetivas.
Si somos capaces de encarar la vida como un entrenamiento que nos facilite tomar conciencia de nuestro estar presentes y del estar presente de los otros, mediante modos de práctica más que de representación, al decir de Laurence Loope… lograremos descubrimientos sensibles potencialmente transformadores.
Presentación de “La Figura”:
El dispositivo “La Figura” se enmarca en la complejidad del desarrollo conceptual de las investigaciones lideradas por el Dr. Eduardo Keller Sarmiento y su equipo (del cual fui parte desde el año 1990 hasta el 2010). En ese marco se desarrolló el modelo que originalmente se denominó Inmunidad Social y años después, Análisis Situacional Grupal, cuyas referencias teóricas fueron el Psicodrama Moreniano, la Psiconeuroinmunobiología y el Constructivismo.
Mi posterior investigación en diálogo con otras disciplinas como la filosofía, la epistemología y el arte, junto al análisis de experiencias de mi práctica profesional me condujeron al diseño de un dispositivo eficaz para el abordaje terapéutico diferenciado.
Dinámica: La Figura permite una intervención diferente sobre las problemáticas humanas dado que aporta información que habitualmente no se manifiesta. En esta intervención, el grupo es un recurso indispensable. La práctica parte por determinar un eje de investigación entre el consultante y el terapeuta, mediante la identificación de situaciones que se explican a través de anécdotas.
Armado de la Figura: Tras la determinación del eje de investigación el consultante se reúne con los demás integrantes del grupo. Los ubica reproduciendo esas escenas seleccionadas, como esculturas humanas. De este modo, el consultante transforma su relato en una configuración espacial particular, sin que medie la palabra. Los integrantes del grupo que participan del armado de la escena desconocen la anécdota.
Registro corporal y perceptivo: Una vez armada la composición coreográfica de los cuerpos, los integrantes la sostienen durante la exploración. En ese estar que invita a una atención situada, acontece entre los participantes, la percepción o registro corporal de ese particular espacio social y vincular original de la anécdota, tal como fueran ellos afectados, lo percibieran o no al momento de su configuración.
Así se identifican las vivencias que estaban “congeladas”, los juegos de poder que eran invisibles, los lugares de exclusión desestimados, las afinidades o los rechazos entre los personajes que en la anécdota han sido silenciados, etc.
La clave es la integración de los registros corporales situacionales: La práctica grupal de La Figura permite recontextualizar vivencias corporales en términos sociales.
En la Figura no se trata de “saber” sino de “registrar”.